La redención por la belleza
(Estudiantes de humanidades II contaduría publica)
Estanislao Zuleta fue más que un
filósofo: celebraba el presente a través del conocimiento y pensaba que un
mundo extraordinario sí era posible. Este es un retrato íntimo de sus
enseñanzas, su historia y sus convicciones.
Por: William Ospina
Archivo de José Zuleta
Recuerdo que una noche estábamos en
fiesta con un grupo de amigos y comenzamos a cantar. Estanislao Zuleta era uno
de los contertulios y de repente vi que entraba en el coro y entonaba con los
demás un tango. “Estanislao —le dije—, pensé que no te gustaban los tangos”. “Y
no me gustan —respondió—, pero nunca he podido olvidar que mi padre murió con
Gardel”.
Tengo la sensación de que en ese
recuerdo está cifrado mucho de lo que era Estanislao Zuleta. No sólo porque
allí está uno de sus más decisivos recuerdos personales, el de ese padre al que
no alcanzó a conocer pero que no podía dejar de ser su sombra tutelar, porque
llevaba su mismo nombre y porque trazó en su breve vida el signo de lo que
sería el destino de su hijo: los libros, las amistades literarias, el arte de
la conversación, sino también porque revela esa capacidad de Estanislao de no
renunciar a sus convicciones pero establecer un dialogo, una suerte de pacto,
con la realidad.
Mucho habrá meditado en su vida sobre
ese padre ausente, al que él debió reemplazar con una larga serie de padres
míticos: Kant y Marx, Nietzsche y Freud, instauradores del sentido de nuestra
época, grandes descifradores de nuestras tragedias históricas, de los que había
que aprenderlo todo pero con los que había que librar también grandes combates.
Tal vez esa evidencia de la muerte
como realidad suprema y como límite hizo de Estanislao un ser tan aferrado al
presente como morada de la existencia. Le gustaba más filosofar en medio de la
tertulia, hacer de la vida una fiesta viva del pensamiento, antes que
confinarse en los cubículos de la academia. Siempre vuelvo a escuchar una frase
de Goethe que a menudo escuché de sus labios. “No la busques en el pasado por
medio de la añoranza, no la busques en el futuro por medio de la esperanza,
porque la felicidad está siempre aquí, está en ti, eres tú quien no estás a su
altura”. Algo lo llamaba continuamente a vivir el presente, a superar la
pesadumbre del pasado viviendo el ahora con plenitud. A decirse: si el hoy es
bello, todo el ayer está justificado.
Cuando pienso en Estanislao Zuleta,
viene menos a mi memoria un profesor, un conferencista, un polemista, que un
hombre aplicado a compartir con los demás la pasión de vivir, el esfuerzo por
hacer de la vida algo significativo, la pasión por el pensamiento, la pregunta
por la belleza, el culto de la creación, el anhelo continuo de descifrar los
enigmas del arte, de entender los dramas de la historia, de encontrar caminos
para la sociedad.
Estanislao leía mucho, leía desde
niño, leía continuamente, pero yo tengo la sensación de que sus verdades más
profundas ya las llevaba consigo, y no se las habían dado los grandes
filósofos, ni los grandes teóricos de la política, ni los graves profesores,
sino los poetas y los artistas.
“¿Sabes por qué lloras —decía citando
a Hölderlin— a causa de qué languideces? ¿Sabes qué es aquello por lo cual has
hecho duelo en el fondo de todos tus duelos? No es por algo que hayas perdido
hace apenas algunos años. Nadie podría decir exactamente cuándo estuvo aquí, ni
cuándo se fue. Pero es algo que existe, que está en ti. Tú marchas en busca de
un mundo mejor y de un tiempo más bello”. Yo tenía 20 años cuando lo conocí, y
desde entonces supe que ser amigo de Estanislao era marchar en busca de un
mundo mejor y de un tiempo más bello. Que lo que había en él sobre todo era un
juicio severo sobre el orden mental y moral en que vivíamos, una valoración de
la herencia de la civilización.
Estanislao era un gran rebelde y un
gran revolucionario. Pero su deseo de una revolución no se limitaba a la
búsqueda del derrocamiento de unas castas políticas, ni siquiera a la búsqueda
de la destrucción de un sistema económico. Su rebeldía iba más allá. Él soñaba
con la instauración de un orden distinto de civilización. Él creía en el
llamado de Hölderlin de que todo debe cambiar en todas partes, la educación, el
trabajo, la fiesta, la moral, nuestra relación con el cuerpo, con la memoria,
con la ley, con la imaginación.
Por eso, aunque participó de las
esperanzas que había fundado en el mundo moderno el pensamiento de Marx, la
búsqueda de otro orden político, luchó siempre por superar los dogmas
marxistas, unos nacidos del pragmatismo político pero otros gestados incluso en
la fronda ideológica que Federico Engels había tejido en torno a las teorías de
Marx.
Yo creo, y esto no es una afirmación
sino sólo una sospecha, que Estanislao desconfiaba de esa tendencia tan alemana
a hacer de cada idea afortunada el fundamento de un sistema que diera razón de
todas las cosas. Tal vez Estanislao no habría dejado de aprobar la afirmación
de Borges de que un sistema consiste simplemente de subordinar todos los
aspectos del universo a uno cualquiera de ellos. Sí, todo está determinado por
la economía, pero también todo está determinado por la psicología, pero también
todo está determinado por la biología, pero también todo está determinado por
el orden cultural.
Kant había sostenido que hay que
esforzarse por hacer filosófica a la humanidad. Volver a la humanidad
consciente de sus circunstancias, lógica en su conducta, responsable de sus
acciones, consecuente con sus convicciones. Es un alto propósito, pero a nadie
se le escapa que pocas propuestas son tan difíciles de realizar. Si ya es
difícil hacer que los filósofos vivan filosóficamente, ¿cómo haremos para que
los siete mil millones de personas que hoy fatigan el mundo razonen con lucidez
y obren con justicia? Sin embargo, no tenemos otra opción que insistir en esa
tentativa.
Hay que saber que todo está
determinado por unas causas, pero al mismo tiempo hay que creer que podemos cambiar
nuestro destino. “No somos libres —le oí decir un día a Estanislao—, pero
nuestro deber es actuar como si lo fuéramos”. Tenía razón. Es verdad que toda
nuestra vida está condicionada por nuestro origen, por nuestra familia, por
nuestra fisiología, por nuestra lengua, por el orden moral y cultural en que
crecimos, por el mundo al que pertenecemos; pero si obráramos como si no
tuviéramos voluntad, todo en nuestra vida sería fatalismo e indolencia. Asumir
que podemos luchar contra el destino, que podemos gobernar nuestras acciones,
no sólo nos salva de la peor de las locuras, que es el abandono ciego a los
apetitos y a los impulsos, sino que configura realmente un margen de voluntad,
y termina fundándonos como seres libres.
Marx postuló que a través del Estado
la humanidad podría alcanzar un nuevo y más justo orden social, que una clase
social despojada podía tomar las riendas del Estado y a través de él obrar la
vasta redención de la especie contra las miserias de la historia. Lo que nos
demostró el siglo XX fue que de la aventura grandiosa de la toma del poder por
el proletariado en la Unión Soviética o en la China, no se alzó ese socialismo
humanista que Marx buscaba, ni ese proceso de gradual extinción del Estado que
predicaba su doctrina, sino la instauración de unas élites burocráticas que en
nombre del proletariado tiranizaban a la humanidad.
No se puede negar que el sueño había
sido generoso y grande. Pero tampoco se puede negar que el totalitarismo
frustró la nobleza de ese sueño. Y, aun así, tampoco puede negarse que sólo
gracias a la Revolución China, un país inmenso que había sido convertido por el
colonialismo europeo en una suerte de estremecedor basurero humano, no sólo le
devolvió su dignidad a mil millones de personas sino que emergió en el siglo
XXI como la primera potencia planetaria.
Ningún otro modelo político ni
económico habría podido obrar un milagro tan colosal en sólo medio siglo con la
nación más poblada del planeta, una quinta parte de la humanidad. Y sin
embargo, cuán lejos está la China del ideal de justicia, de la instauración de
un ser humano altamente creador, que despliegue sus posibilidades y que sea el
heredero de todos los refinamientos de la civilización. Y cuán grande es el
peligro hoy de que la sociedad china, con su industrialismo, su consumismo, su
inscripción en las expectativas de la sociedad capitalista, se convierta sin
proponérselo en el verdugo ambiental del planeta.
Ahora bien, qué enorme aporte en la
lucha contra la infelicidad humana hizo en las primeras décadas del siglo XX
ese hombre extraordinariamente lúcido, sensible y generoso que se llamó Sigmund
Freud. Qué sabia su manera de entender que nuestra conducta está determinada
por los centrales acontecimientos de nuestra infancia, por los afectos que nos
inscribieron en el orden social, por nuestra temprana configuración como
criaturas de sexualidad y de deseo. Qué admirable propuesta la de convertir al
lenguaje, del que estamos tejidos, en el instrumento mismo de la comprensión de
lo que somos y de la transformación de nuestra conducta.
Lo que no está claro es de qué manera
el psicoanálisis podría cambiar a sociedades enteras, en una época donde todos
los poderes conspiran para alienar al género humano, cuando nos precipitamos
masivamente en las adicciones, en la paranoia de la vigilancia colectiva, en
estados infinitamente controladores de la vida individual, en la edad de los
entusiasmos vacíos, en la histeria de las identidades ficticias, en la
construcción de seductores arquetipos publicitarios y mediáticos a los que
tiene que corresponder cada individuo.
Y también fue una preocupación de
Estanislao descubrir si el psicoanálisis, en su esfuerzo generoso por disminuir
la angustia del paciente ayudándole a adaptarse al mundo en que vive, puede
perder su filo crítico y terminar construyendo simplemente seres integrados,
cuando el desorden global parece exigir cada vez más seres desadaptados y
rebeldes, ansiosos de un orden más humano y de un proceso cultural de grandes
transformaciones.
Es extraño que en esa misma cultura
alemana, que engendró a Marx y a Freud, desde la que fueron formuladas sus
teorías y donde se vivió también la tentación de erigir esas teorías en el
fundamento de sistemas totales, haya surgido la obra desconcertante de Friedrich
Nietzsche, su desafío al orden mental y moral de la civilización, su examen
radical del sistema de valores de Occidente; esa labor como de francotirador
que desconfía de los sistemas, que apunta a derribar las grandes verdades, que
sometió a crítica el orden académico, el poder religioso, los prejuicios
estéticos, los estereotipos literarios.
Qué admirable su capacidad de poner
en cuestión hasta la supuesta coherencia del pensamiento, ese arte poético de
sembrar paradojas que caracteriza a Nietzsche, su intento por revalorar el
horizonte filosófico anterior a la edad de los dogmas, por reivindicar la
filosófica diversidad presocrática. Qué notable que la obra de Nietzsche esté
tan llena de contradicciones, y que sus estudiosos no caigan sin embargo en la ingenua
tentación de denunciarlo por incoherencia, sino que más bien se animen a buscar
en él motivos más profundos, como aquel autor que afirmó: “Las contradicciones
de Nietzsche son incomprensibles, a no ser que se trate del estratega común de
dos bandos opuestos y que esté conspirando el triunfo de un misterioso
tercero”.
Todo esto para decir que Estanislao
Zuleta era un hombre plenamente contemporáneo cuando a mediados del siglo XX
asumió a Kant, a Marx, a Freud y a Nietzsche como sus interlocutores en la
aventura de pensar, y asumió una posición aún más radical, la de considerar la
poesía y las artes como propuestas de conocimiento tan válidas como la
filosofía y mucho más capaces incluso de orientar la conducta y de contribuir a
la instauración de un nuevo ser humano como sujeto de la historia.
La poesía era para él un aliado
continuo en el ejercicio del pensamiento. Un día le pregunté si creía que era
verdad que a la iglesia no le gustan los místicos. “No le gustan —me
respondió—, porque los místicos tienen una relación personal con la divinidad y
pueden prescindir de la intermediación de la burocracia sacerdotal”. Enseguida
me ofreció su demostración de cómo es la relación directa de los místicos con
Dios, recitando unos versos de San Juan de la Cruz:
Descubre tu presencia
Y mátenme tu vista y hermosura.
Mira que la dolencia
De amor que no se cura
Sino con la presencia y la
figura.
Dialogar con Estanislao Zuleta era
dialogar con la gran cultura universal. Verlo reflexionar sobre Shakespeare, por
ejemplo, en esas conferencias en las que no tenía ningún libro al frente, era
asombroso, porque conocía a cada uno de los personajes y podía incluso
establecer paralelos entre ellos, comparar la impaciencia de Romeo con la
inseguridad de Otelo, contrastar la psicología del villano que está destrozado
por la culpa, como Macbeth, con la psicología del villano que no siente culpa
alguna de sus villanías, como Ricardo III. Los cursos que dictaba sobre
Tolstoi, sobre Cervantes, sobre Shakespeare, sobre Kafka, sobre Poe, sobre
Thomas Mann, sobre tantos y tantos autores, y que por fortuna fueron salvados
por las grabaciones magnetofónicas de sus discípulos, nos brindan la ocasión de
acceder a variados ejemplos de su manera de leer, siempre abierta a la reflexión
y a la creación.
Recuerdo que en 1982 yo había escrito
un ensayo sobre la obra del poeta Aurelio Arturo, al que acababa de descubrir,
y que me había impresionado vivamente. Yo me preguntaba qué pensaría Estanislao
de Arturo, pero no había tenido la ocasión de preguntárselo. Cierto día en que
estábamos hablando, Estanislao me hizo sentir que se había interesado en
Arturo, y añadió: “para comprobar que Aurelio Arturo es un gran poeta, basta
fijarse en este par de versos:
Te hablo de las vastas noches
alumbradas
Por una estrella de menta que
enciende toda sangre.
Estrella de menta —repitió—, sólo un
gran poeta logra aproximar así lo más lejano, que es una estrella, con lo más
cercano, que es un sabor”.
De esas cosas estaba llena siempre su
conversación. Recuerdo haberlo visto leer una tarde todo el poema Acuarimántima
de Porfirio Barba Jacob, celebrando por momentos sus triunfos musicales,
censurando a veces sus errores estéticos. Siempre me parece oír con la voz de
Estanislao, y con el ritmo de sus manos llevando la cadencia de los versos, el
que consideraba tal vez el mejor poema de Pablo Neruda, El gran océano, que
está en el Canto General:
Si de tus dones y de tus
destrucciones, Océano, a mis manos,
pudiera destinar una medida, una
fruta, un fermento,
escogería tu reposo distante, las
líneas de tu acero,
tu extensión vigilada por el aire y
la noche,
y la energía de tu idioma blanco
que destroza y derriba sus columnas
en su propia pureza demolida.
No es la última ola, con su salado
peso,
la que tritura costas, y produce
la paz de arena que rodea el mundo,
es el central volumen de la fuerza,
la potencia extendida de las aguas,
la inmóvil soledad llena de vidas.
Estanislao decía los poemas con un
moroso deleite, paladeando la música, y siempre acentuaba las palabras con un
movimiento de su mano, como si estuviera marcando el ritmo. Concedía a la
poesía la mayor importancia, y en algún lugar declaró, para sorpresa de algunos
racionalistas, que un poema es una palabra sagrada, y que una palabra sagrada
es una palabra que no puede ser falsa, que se define como verdadera o nula,
como la música. Es decir, que a partir del momento en que la sensibilidad y la
imaginación aceptan que algo es poesía, esas palabras ya no están sujetas a
refutación, ya pertenecen a un orden superior del lenguaje, no son una
hipótesis discutible sino una verdad inconmovible del corazón.
Por Estanislao conocí yo hace
cuarenta años a Hölderlin, que se convertiría desde entonces para mí en el más
entrañable de los poetas, y cuyos enigmas iluminan y orientan buena parte de
mis reflexiones.
Abiertamente
consagré mi corazón a la tierra
grave y doliente,
y con frecuencia, en la noche
sagrada,
le prometí que la amaría fielmente
hasta la muerte
sin temor,
con toda su pesada carga de
fatalidad
y que no despreciaría ninguno de sus
enigmas.
Y así me ligué a ella, con un lazo
mortal.
Estos versos, que yo inicialmente
pensé que eran un poema aislado, y después descubrí que eran un fragmento del
inconcluso drama filosófico Empédocles, fueron las primeras palabras de
Hölderlin que llegaron a mi vida, a mi vida que desde entonces ha estado llena
de Hölderlin, y son las palabras que están grabadas desde hace veinticinco años
en la tumba de Estanislao.
Yo sé que fue maestro de filosofía y
de psicología, de economía política y de crítica de arte, interrogador de la
pintura y de la música, lector de realidades sociales, descifrador de enigmas,
polemista apasionado, gran amigo, un hombre epicúreo y dionisíaco que vivió con
grandeza y con exceso, con lucidez y con plenitud. Conmigo fue el ser más
cordial, generoso de su tiempo y de su saber. Creía que si tenemos buena
memoria es porque vivimos las cosas con pasión, con atención y con compromiso.
Sentía que en todo ser humano puede estar el germen de un artista, de un
pensador, de un gran creador. Sabía que un orden social favorable y generoso engendra
seres humanos más responsables, más creativos y más plenos. Y si era un rebelde
y un revolucionario en Colombia y en nuestra época, es porque sabía que la
mayor parte de nuestros males nacen de la mezquindad con que son manejados
nuestros países, de la pequeñez con que se manejan los asuntos colectivos, del
modo como una casta ignorante y codiciosa maneja el país como si fuera un feudo
privado, renunciando a las grandes tareas que le exige su tiempo, y tratando a
todos los demás, y sobre todo a los más vulnerables, como advenedizos que no
tienen derecho a intervenir en la definición de los rumbos históricos. Creía
que en la solución de los problemas colectivos tiene que abrirse camino la
memoria personal y la capacidad de construir relatos colectivos, que toda
política verdadera tiene que beber de la más profunda poesía.
Para Estanislao la democracia no era
sólo un modo de elegir a los gobernantes, ni una manera de administrar los
bienes públicos: era la posibilidad de un orden superior de la cultura que
estimule y proteja a los ciudadanos y les permita acceder al legado de la
civilización. Creía de verdad en un mundo donde ser Leonardo da Vinci, o Thomas
Mann, Picasso o León de Greiff no fuera la excepción, creía que el verdadero
dueño de una obra de arte no es quien la compra sino quien la conoce y la ama;
creía que el verdadero dueño de un libro es el que se apodera de sus claves y
lo convierte en parte efectiva de su vida.
Estanislao tenía muchos libros y los
leía silenciosa y apasionadamente. Pero lo que más me asombró toda la vida es
el modo como esos libros se volvían parte de él, no por el simple camino de la
memoria, aunque recordaba literalmente mucho de lo que había leído, sino porque
estaban vivos en su espíritu, y podía dialogar con ellos casi sin necesitar su
presencia física. “Algunos dicen que yo me sé todo el Quijote. Eso no es
verdad. Me lo sé casi todo, pero no todo”, me dijo una vez con una sonrisa.
Otro día me habló de cómo sus autores
favoritos no eran los que tenían un estilo armonioso e impecable, sino los que
escribían en medio de la turbulencia de sus dramas e incluso de sus delirios.
Entre Barba Jacob y Guillermo Valencia, entre el viajero delirante entregado a
los excesos y desgarrado por las pasiones, y el señor feudal que destila
armonías, él se quedaba siempre con el delirante. Veía una suerte de signo
divino en la locura de Hölderlin, en la embriaguez de Poe, en el clima de
pesadilla de la vida de Franz Kafka, en las tormentosas adicciones de
Dostoievski, en la neurastenia de Proust. Pero no porque creyera que esos
sufrimientos fueran la causa de sus creaciones, sino porque pensaba que lo más
admirable de aquellos seres es que habían sido capaces de superar sus tragedias
o de afrontarlas gracias a la creación.
No es que sin el arte hubieran sido
seres normales, más bien es que sin el arte habrían sido seres anodinos,
gastados por la neurosis, destrozados por la compulsión, maltratados por la
sociedad, o resignados a una desdicha trivial, es decir, sin horizontes de grandeza.
El arte hizo de ellos grandes maestros de la humanidad, porque se atrevieron
como el protagonista de Un descenso al Maelstrom, a mirar de frente el remolino
que los arrastraba, y más de una vez descubrieron en sus vórtices la clave para
salir nuevamente a la luz.
Y sobre todo, Estanislao pensaba que
el arte no está para tranquilizarnos, para adornar la realidad, para decorar la
tragedia, sino para enfrentar la complejidad de la vida, los dramas profundos,
las soledades sin nombre, y convertirlas en armonía y en sentido.
Charles Baudelaire había perdido a su
padre y había tenido que idealizarlo: soñar que un padre mítico guiaba sus
pasos por el camino de la belleza y de la poesía. Su madre se había vuelto a
casar y había hecho sentir al niño como algo secundario en su vida. Su familia
le había impuesto una interdicción, y le había impedido al poeta ser el
administrador de su propia fortuna, porque lo consideraban capaz de
derrocharla, cosa a la que tenía todo el derecho. Su madre, además, se había casado
con un general de la República Francesa, un ministro de Napoleón III, y aquel
militar desdeñoso y altivo había hecho sentir al poeta su insignificancia en el
contexto de una familia burguesa y arribista, para la que la poesía era una
forma de la irrisión y el poeta un clochard despreciable.
A Baudelaire le habría gustado
cobrarle a su madre que por ir de salón en salón, de embajada en embajada, lo
hubiera dejado solo con sus sueños y sus demonios, pero ni las cartas servían,
no había un lenguaje por el cual ella pudiera escucharlo. A Baudelaire le
habría gustado, en medio de las tempestades de la Comuna de París, pegarle un
tiro en el corazón a ese ministro del Segundo Imperio, el general Aupick, que
quería esconder a su hijastro como si fuera una alimaña, pero ay, era el marido
de su madre y el segundo hombre más poderoso de Francia.
¿Cómo prohibirle a Baudelaire obrar
su redención, o al menos sublimar su despecho en el escenario privilegiado de
la lengua, y en el vuelo de la poesía, y hacerles sentir no sólo a ellos, sino
a Francia, a Europa, a los seres humanos de muchas edades, que el poeta no es
un resentido vulgar cobrando pequeñas culpas personales, sino un liberador de
las humillaciones de la historia, y que sus armas son la indignación, la belleza
y la música?
Esta fue la respuesta de Baudelaire a
la tragedia más honda de su corazón: el poema Bénédiction (Bendición), el
segundo poema de Las flores del mal, en la admirable traducción que hizo de él
al castellano Estanislao Zuleta:
Bendición
Charles Baudelaire (Traducción de
Estanislao Zuleta)
Cuando, por un decreto de potencias
supremas,
El poeta aparece en este mundo
hastiado
Su madre horrorizada y llena de
blasfemias
Se crispa contra Dios, que la escucha
apiadado.
Por qué no habré parido todo un nudo
de víboras
Antes que concebir este ser
irrisorio.
Maldita sea la noche de placeres
efímeros
En que fuera engendrado mi suplicio
expiatorio.
Puesto que fui elegida entre tantas
mujeres
Para traer desgracia a mi esposo
maltrecho,
Y que como una carta clandestina de
amores
No se puede quemar el monstruo
contrahecho.
Ya sabré yo volver tu odio que me
aplasta
Contra este instrumento de tu
malignidad,
Y sabré castigar esta planta
nefasta
Para que sus retoños no puedan
infectar.
Y mientras así rumia su odio y su
tormento
Sin poder comprender los sempiternos
planes,
Prepara las hogueras que consagra el
infierno
A los inolvidables crímenes
maternales.
Bajo la protección de un ángel
invisible
El niño desechado se emborracha de
sol
Todo lo que cosecha su experiencia
sensible
Es licor de los dioses, néctar
embriagador.
Él charla con las nubes y juega con
los vientos,
Es feliz mientras sigue la ruta de su
cruz,
El genio que lo guía llora al verlo
contento
Como un pájaro libre en una selva
azul.
Siempre le temen todos los que él
quisiera amar,
O al contrario se enervan por su
porte flemático,
Y para hacerlo blanco de su ferocidad
De alguna culpa siempre procuran
acusarlo.
En su pan y su vino mezclan
escupitajos,
Y con desdén hipócrita apartan lo que
toca,
Piensan haber caído horriblemente
bajo
Cuando por azar cruzan la vía que le
es propia.
Su mujer va gritando por los lugares
públicos:
Si me encuentra tan bella para
rendirme culto,
Adoptando el papel de los antiguos
ídolos
Me cubriré de oro como ellos, a mi
gusto.
Me embriagaré de nardos, de inciensos
y de mirras,
Y de genuflexiones, de carnes y de
vinos,
Usurparé con creces en un ser que me
admira,
Todos los exaltados homenajes
divinos.
Y cuando esté cansada de esas farsas
impías,
Mi mano fuerte y frágil sellará su
destino,
Mis garras afiladas como las de una
arpía
Hasta su corazón se abrirán un
camino,
Y como un joven pájaro que tiembla y
que palpita,
Arrancaré del pecho su rojo corazón,
Para satisfacer mi bestia favorita
Se lo arrojaré al suelo, con desdén,
sin pasión.
Hacia el cielo, en el cual ve un
espléndido trono,
El poeta sereno dirige su plegaria,
Y los potentes rayos de su espíritu
lúcido
Le impiden ver los pueblos erizados
de rabia.
Bendito tú, señor, que das el
sufrimiento
Como santo remedio de nuestras
impurezas,
Y como el más excelso y más puro
fermento
Que para los sagrados placeres nos da
fuerza.
Yo sé bien que tú guardas un lugar al
poeta
En las filas felices de tus santas
legiones,
Y que es un invitado tuyo a la eterna
fiesta
De virtudes, dominios y permanentes
dones.
Yo sé bien que el dolor es la nobleza
prístina
Contra la que no pueden la tierra y
los infiernos,
Y que para tejer mi gran corona
mística,
Hay que vencer los mundos y dominar
los tiempos.
Ni las joyas perdidas de viejas
capitales,
Los metales ocultos y las perlas del
mar,
Montados por tu mano nunca serán
bastantes
Para esta diadema deslumbrante
adornar.
Porque estará tan solo revestida de
luz,
Recogida en el foco de rayos
primitivos,
Del que los ojos vivos en todos su
esplendor,
No son más que reflejos vagos y oscurecidos.
Estanislao Zuleta fue un hombre que siempre observaba la poesía, de alguna manera como la máxima expresión artística. El consideraba que era mas apreciable, interesarse por situaciones donde un personaje tenga que salir de una experiencia negativa para el. La relación la vemos en la obra el color de los sueños, Josie siempre buscaba a los libros como su escape de la realidad (una realidad negativa) Estanislabo resaltaba esta situaciones y señalaba que era interesante ver al personaje crecer y superar estas dificultades, La autora quiso plasmar esto claramente en su obra. Al igual que Josie en el libro Estanislao resalto el poder de la voluntad en la vida, pero una voluntad critica, una voluntad en la cual así fuera necesario inventar personaje o situaciones (en el caso de Josie al imaginarse a su papa como una persona correcta y digna de seguir ) sirviera para salir adelante con una convicción positiva de uno mismo. Podemos ver que Estanislao, recogía todas las experiencias al leer los libros y las hacia parte de su vida, al igual que hacia Josie en la obra lo hacia con sus libros. En conclusión, podemos decir que la autora del libro tiene algo en común con Estanislao, ambos pensaban que era importante resaltar las situaciones difíciles y sobre todo el método de como resolverlas, tomando como referencia la imaginación, en el caso de Estanislao por medio de la poesía y en el de Josie por medio de la creación de un modelo a seguir para salir de esa difícil situación.
ResponderEliminarEste relato muestra la vida de una persona que hacia la diferencia donde se parara y eso ocurría con nuestra protagonista josie; no tuvo la oportunidad de conocer a su padre debido a un accidente aéreo cuando tan solo tenía meses de nacido por eso se refugió mucho en la lectura creando un padre imaginario que guiara sus caminos, josie tampoco conoció a su padre pero sacaba lo bueno de cada persona que conocía que le generara admiración y lo que los libros le dejaba. Estanislao Zuleta tenía el sueño de ver una sociedad diferente, no se rendía luchaba por cumplir sus metas, josie por su parte hacia lo mismo, no permitió que el entorno que la rodeaba la arrastrara a ese mundo, siempre busco la manera de ser alguien diferente a su referente, y cumplir su sueño de ir a la universidad. La vida de Estanislao no es diferente de nuestra protagonista, son personas luchadoras, con ideales, que pasan por problemas en la vida y logran encontrar lo positivo y utilizándolo a su favor, donde la poesía es uno de los recursos que les da las alas para volar.
ResponderEliminarEn este relato nos muestra la vida de un personaje desde el principio casi igual al de JOSIE en el libro que anteriormente leímos y nos da relación en como casi los dos personajes son semejantes, pues nos muestra como ESTANISLAO desde el principio trata de como buscar solución o refugiarse a sus problemas en medio de la poesía que el veía como su máxima expresión artística, así como JO en el libro que anteriormente leído ESTALISNAO tenia su modo de ver la vida diferente a los demas por eso el el siempre dedico su vida desde pequeño a leer y leer libros por lo cual el darle como respuesta correcta a cada caso que se le presenta y darle como coherencia a su modo de vivir su vida ademas creo que es semejante a JO por lo que el veía como padre a unos filósofos de los cuales el fue cada día aprendiendo mas y mas para así darle como un motivo para salir adelante.
ResponderEliminarEl texto nos indica la vida de Estanislao Zuleta un filósofo colombiano altamente intelectual; con un gran conocimiento de Cultura General, Literatura, Historia, Filosofía, Teoría del Arte, Ciencias Sociales, Psicología, Psicoanálisis y fácilmente hacia críticas sobre el arte y la música; podemos observar en el escrito que Estanislao tenía un amplio conocimiento en todos los temas y fácilmente entablaba conversaciones y sus críticas por lo general eran las vencedoras. Tenía la plena convicción que la sociedad podía cambiar y que el poder o es estado (gobierno) debía alimentar a las instituciones educativas con obras literarias que por medio de la lectura la humanidad cambiaria.
ResponderEliminarHaciendo un análisis comparativo con la obra “el color de los sueños”; podemos ver que Josie puedo cambiar su vida gracias a la los libros que fueron su mejor ejemplo, su mejor enseñanza, la lectura en la vida de Josie le permitió ver que ella no estaba predeterminada para vivir igual que las personas que la rodeaban y que lo había en la librería que era realmente por lo que debía luchar.
Ruta Sepetys y Estanislao en algo que están de acuerdo es que los libros nos alimentan la mente y corazón que nos dan el conocimiento para enriquecer nuestras vidas.
Estanislao Zuleta y Josie Moraine, tienen muchas semejanzas en la forma en que afrontaron la vida que les toco, sin reprocharla, por el contrario se basaron en buscar una solución y no seguir un estereotipo ya plasmado, si no salir de la rutina y hacer algo diferente, algo que marcara sus vidas para bien, vemos como los dos encuentran en la lectura una salida a sus propias dificultades y encuentran en ellos una forma de solucionarlos o hacerlos más llevaderos, por ejemplo Estanislao pensaba que podría haber otra forma de vivir basada en la lectura más exactamente en la poesía y Josie encontró en la lectura, aparte de mucho conocimiento y aprendizaje, una figura paterna que fuera su norte para lograr sus propósitos.
ResponderEliminarEran personas con un desarrollo intelectual muy alto, se les facilitaba entablar una conversación sobre cualquier tema, pero sobre todas las cosas estas dos personas se asemejan en que eran luchadoras, pacientes, persistentes, integras, y que no se derrumbaban ante cualquier obstáculo y lograron directa o indirectamente lo que estaban buscando para sus vidas.
Tienen mucha relación, ya que en ambas narraciones nos describen a los protagonistas como amantes a la lectura, luchadores por el futuro, soñadores con un mejor mundo, con superasen en un mañana, igualmente los caracteriza el ser aplicados a compartir con los demás la pasión de vivir, el esfuerzo por hacer de la vida algo significativo, la pasión por el pensamiento, la pregunta por la belleza, el culto de la creación, el anhelo continuo de descifrar los enigmas del arte, de entender los dramas de la historia, de encontrar caminos para la sociedad; son ejemplos a seguir, q nos motivan a persistir y luchar por nuestros ideales sin desanimarnos por los obstáculos que la vida nos presenta, sino más bien gracias a estos poder decir en un futuro “si el hoy es bello, todo el ayer está justificado…, porque en si esa es la esencia del largo camino “la vida” de lo contrario todo seria sin sentido, sin sueños, sin esfuerzos, sin desafíos.
ResponderEliminarTienen mucha relación El Libro El Color de los Sueños con Este texto ya que Josie Monraine Ni Estanislao Zuleta pudo conocer a su padre, ellos imaginaron como pudo haber sido cada padre, Jo Desde muy Niña se refugió en los libros, era una niña que le encantaba leer, y era muy inteligente. Estanislao Zuleta desde muy niño leía, siempre le gustaba leer, era un hombre que le encantaba la poesía y que se le hacía muy fácil adaptarse a cualquier conversación, las personas que lo conocían sabía que era una buena persona muy inteligente. Con este Texto nos damos cuenta que hay más personas como Jo que le Encantan leer, que a pesar de no haber conocido a su padre se inventó un padre ideal se imaginaba como podría a haber sido, A pesar de estar rodeado de mucha gente ellos no querían ser iguales a los demás, querían desordenarse pero para buscar el bien de la sociedad.
ResponderEliminarEsta lectura con el libro leído en clase tienen mucha relación; Estanislao perdió a su padre cuando era muy pequeño, pienso que debido a esto, en lo que tal vez encontró refugio fue en los libros, buscado esa forma de ver el mundo desde otra perspectiva, pensaba en ver lo que lo rodeaba de otra forma. Jo también perdió a su padre y toda su vida quiso ser diferente buscando en los libros ese punto de diferencia a los demás, nunca dejo que lo que la rodeaba influyera en ella y la envolviera en eso también. Los dos; Estanislao y Josie buscan en la vida como marcar la diferencia, tratan de que los problemas no arruinen sus vidas y en algo negativo siempre buscan salir adelante y verle el punto positivo, De ver que si las cosas no se dan como se planean o como se piensan es por algo. "vivir la vida como la soñamos, no nos hace diferente, nos hace interesantes" esto es lo que veo reflejado en las lecturas un modelo de vida que quizá muchos no se arriesgan a vivir por miedo o por simple Apatía
ResponderEliminarla relación que hay entre el texto y el libro del color de los sueños, es la similar historia de los personajes josie moraine y Estanislao Zuleta quienes se reflejan en una historia basada en los libros y el denegado apoyo que en su momento no tuvieron de sus padres, por tal razón estos dos personajes se apoyaron a la apasionada lectura y se fueron retroalimentando de ella, ya que solo querían escapar de las situaciones y obsáculos que le iba poniendo la vida. siendo así estas personas no dudaron ni un minuto en empezar a hacer de su vida algo diferente a lo que venían concurriendo, se demostraron a si mismas que la vida no acababa, que hasta ahora empezaba, que nada era facial pero tampoco imposible. fue de esta manera que estas dos brillantes personas lograron encontrar la paz y la armonía en la vida, tanto así que hicieron que la historia de sus vidas fuera reflejada como una experiencia mas y no como una derrota.
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ResponderEliminarEl color de los sueños nos cuenta la historia de una joven con unas capacidades y actitudes de admirar, ella al ver la ausencia de una figura paterna intenta buscar en muchos nombres el refugio que necesita, Estanislao también creció sin esa figura paterna y al igual que Josie se refugia en unos cuantos nombres, ambos eran apasionados por la lectura, quizás encontraban en ella un respiro vital, entre sus propósitos estaba conseguir y lograr un mejor futuro, los dos se sienten en la capacidad de tomar el control de sus vidas para conseguir lo que anhelan y armar su propio destino. El narrador nos dice que Dialogar con Estanislao Zuleta era dialogar con la gran cultura universal, esto es por que es de las personas que le dan un uso a su conocimiento, no se trata solo de aprender y saber acerca de mucha cosas , lo sabio es poder transmitir ese conocimiento que se tiene con respecto algo, y Joise por su parte también quería que lo que sabía fuera útil para algo. Lo bueno de la vivir está en podernos proponer metas y luchar por alcanzarlas
ResponderEliminarEstanislao Zuleta; Este fue un hombre con mucha sabiduría que al igual que el personaje anterior Josié el en libro el color de los sueños no tenía padre y no con eso se dejó derrumbar por lo contrario salió a adelante creando un padre imaginario lo que para él era un hombre ejemplar porque adquirió conocimiento a través de la lectura y fue un gran filósofo poético, también un gran maestro hacia muchas reflexiones tomando como ejemplo a muchos pensadores tales como Marx, Thomas Mann entre otros soñaba con ver a la humanidad se comportara diferente donde la sociedad fuera más justa y no hubiera tanta miseria y los valores morales se respetaran a cada individuo .
ResponderEliminarJosie y estanislao tienen muchas cosas en comun. Nacieron en un mundo en donde no contaron con el apoyo de un padre que los orientara y guiara en su camino, sus vida estuvieron llena de obstaculos que en algunos momentos los hicieron tropesar pero que a la final los tomaron como leccion para no volver a cometer aquellos mismos errores mas adelante. Sus vidas estaba refugiada en los libros en donde encontraban tranquilidad y abquirian un conocimientos que los ayudaba a orientar sus vidas y les daba el valor suficiente para superarse y querer salir de aquel lugar en donde se encontraban. estos dos personajes no solo son un ejemplo a seguir por saber superar sus dificultades si no que son personajes que comparten sus conocimientos y nos trasmiten esa seguridad que nos permite cambiar nuestra actitud frente a la vida
ResponderEliminarHay mucha relación entre El Libro El Color de los Sueños con Esta lectura ya que Josie Monraine Ni Estanislao zuleta pudieron conocer a su padre solo crearon en su mente al padre ideal al padre perfecto. Estanislao era un hombre lleno de mucha sabiduria al igual que moraine ellos se dedicaron a leer no solo poesia sino que tambien todo tipo de libros ya que desde pequeños fueron creando ese amor por la lectura. Josie siempre buscaba en los libros un escape de Una realidad cruel Estanislabo resaltaba esta situaciones y señalaba que era interesante ver al personaje crecer y superarce.Otra similitud es que ellos querian huir de todas esas situaciones y obtaculos pero a la vez hacian lo posible por salir adelante nunca dejaron que las cosas malas que los rodeaban los perjudicara ya que ellos querian ser diferentes no querian llevar una vida igual a la de los demas ellos se trazan la meta de cumplir sus sueños
ResponderEliminarHay mucha relación entre El Libro El Color de los Sueños con Esta lectura ya que Josie Monraine Ni Estanislao zuleta pudieron conocer a su padre solo crearon en su mente al padre ideal al padre perfecto. Estanislao era un hombre lleno de mucha sabiduria al igual que moraine ellos se dedicaron a leer no solo poesia sino que tambien todo tipo de libros ya que desde pequeños fueron creando ese amor por la lectura. Josie siempre buscaba en los libros un escape de Una realidad cruel Estanislabo resaltaba esta situaciones y señalaba que era interesante ver al personaje crecer y superarce.Otra similitud es que ellos querian huir de todas esas situaciones y obtaculos pero a la vez hacian lo posible por salir adelante nunca dejaron que las cosas malas que los rodeaban los perjudicara ya que ellos querian ser diferentes no querian llevar una vida igual a la de los demas ellos se trazan la meta de cumplir sus sueños
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